Libérate de la Culpa y mejora tu salud mental y tu alimentación
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Libérate de la culpa con la psiconutrición
Descubre cómo la culpa afecta tu descanso, salud mental y alimentación con la psiconutrición
En este post, quiero ayudarte a comprender la naturaleza de la culpa, su impacto en tu bienestar emocional, y cómo puedes liberarte de esa crítica interna constante que te impide avanzar. Además, te invito a conocer mi Taller Online de Autocompasión, donde profundizaremos en estrategias prácticas para trabajar la culpa, y otras emociones que te llevan a comer, a sentirte mal contigo y frenan tu crecimiento personal.
Ejemplo personal: La historia de Mica
Mica es una de mis pacientes que constantemente se sentía culpable por no seguir su dieta estrictamente. Una dieta que se impona ella misma. "Siento que le he fallado a mi cuerpo", me decía. Tras explorar más a fondo, descubrimos que esta culpa tenía raíces en su infancia. Creció en una familia donde la comida era controlada estrictamente, y cualquier "desviación" era duramente criticada. Estas experiencias dejan heridas emocionales profundas que pueden sabotear nuestro bienestar en el futuro.

Culpa tóxica vs. culpa sana en la relación con la comida
Según N. Lizzereti, la culpa no es una emoción básica, pero es de las más arraigadas dentro de las emociones sociales. Muchas veces escuchamos frases como “lo que le he hecho a mi cuerpo” o “por no haber pedido ayuda antes”. Estas expresiones reflejan una culpa que proviene de un “debería” impuesto por una parte crítica interna, desconectada de la realidad.
La culpa tóxica nos sabotea, haciéndonos sentir que merecemos un castigo, impidiéndonos avanzar. Esta emoción es común en personas que han sido educadas bajo estilos represivos, centrados en la perfección, la responsabilidad extrema y el miedo al error. Como resultado, tendemos a quedarnos atrapados en el pasado, sin poder perdonarnos, lo que nos lleva a la inmovilización o incluso a la depresión. La culpa tóxica bloquea el crecimiento personal y nos llena de vergüenza y miedo, afectando nuestras relaciones y nuestra autoestima.
Por el contrario, la culpa sana es útil cuando, tras reconocer un error, nos invita a tomar responsabilidad, reparar el daño causado y aprender de la experiencia. Nos ayuda a empatizar con los demás y fomenta el crecimiento personal, permitiéndonos evolucionar. En el contexto de la alimentación, nos invita a ser más conscientes de nuestras decisiones y a avanzar hacia una relación más saludable con la comida y con nosotras mismas.
Es importante recordar que, en el pasado, actuamos con los recursos que teníamos en ese momento. Juzgarnos ahora desde una perspectiva crítica no es ajustado. En lugar de eso, debemos aceptarnos, perdonarnos y aprender de esos errores, sin quedarnos estancadas en el reproche. Aceptar que hicimos lo mejor que pudimos con lo que sabíamos entonces nos libera de la carga de la culpa tóxica.
Para avanzar, es necesario transformar esa autocrítica en una comprensión adulta, llena de empatía y autocompasión. Solo así podremos soltar la culpa inútil y seguir adelante, con más sabiduría y sin los pesos del pasado.
Según N.Lizzereti
La culpa no es una emoción básica, pero dentro de las emociones sociales, es la más instaurada. Acompaño a muchas personas en los procesos individuales o grupales, o os leo por aquí, con mucha culpa por “lo que le hecho a mi cuerpo con tantas dietas”, “el daño que me he hecho” “por no haber pedido ayuda hasta ahora”, “por haber comido de una determinada manera.”
Hay mucho, pero mucho reproche. Y esto, nos pone la zancadilla en nuestro proceso, porque al sentirnos culpables, nos saboteamos de forma inconsciente. De algún modo hay un bloqueo porque no nos sentimos merecedoras de estar bien porque sentimos que merecemos un castigo, o sentimos indefensión, y nos conectamos con un estado de victimismo, desde el cual no podemos hacer nada.
Bien, por esto os he preparado este vídeo. La culpa viene del “debería” que suele surgir de una parte crítica interna que no está conectada con la realidad. Porque no deberíamos haber hecho nada distinto porque no podíamos. En
Culpa tóxica vs. culpa sana en la relación con la comida
Según N. Lizzereti, la culpa no es una emoción básica, pero es de las más arraigadas dentro de las emociones sociales. A menudo escuchamos frases como: “lo que le he hecho a mi cuerpo” o “por no haber pedido ayuda antes”. Estas expresiones revelan una culpa que proviene de un "debería" impuesto por una parte crítica interna desconectada de la realidad.
La culpa tóxica nos sabotea, haciéndonos sentir que merecemos un castigo y bloqueando nuestro avance. Es común en personas que han crecido bajo estilos educativos represivos, centrados en la perfección y el miedo al error.
Este tipo de culpa nos hace sentir atrapados en el pasado, incapaces de perdonarnos a nosotros mismos. Esto puede llevar a la inmovilización e incluso a la depresión.
Por ejemplo, María ha seguido una dieta estricta durante meses. Un día, en una reunión familiar, come una rebanada de pastel. En lugar de disfrutar, se siente inmediatamente culpable y piensa: “He arruinado todo mi esfuerzo”. Esa culpa la lleva a darse atracones para consolarse y luego decide ser más estricta, perpetuando el ciclo de restricción-compensación.
Por el contrario, la culpa sana surge cuando, tras reconocer un error, tomamos responsabilidad y buscamos reparar el daño. Nos invita a aprender de la experiencia y a empatizar con los demás, fomentando nuestro crecimiento personal.
En el contexto de la alimentación, la culpa sana nos ayuda a ser más conscientes de nuestras decisiones, promoviendo una relación más saludable con nosotras mismas y con la comida.
Kristin Neff, experta en autocompasión, afirma: "La compasión hacia uno mismo es un antídoto contra la culpa tóxica, permitiéndonos aprender del error sin ser consumidos por la vergüenza."
Es importante recordar que en el pasado actuamos con los recursos que teníamos en ese momento. Juzgarnos desde nuestra perspectiva actual es injusto. Debemos aceptarnos, perdonarnos y seguir adelante, liberándonos de esa carga emocional.
La tristeza como herramienta de sabiduría
En el proceso de liberar la culpa, es natural que aparezcan emociones como la tristeza. Darte espacio para sentirla es fundamental, ya que esta emoción nos ayuda a procesar pérdidas y nos aporta sabiduría.
Como dice Lizzereti: "La tristeza nos ayuda a no repetir los mismos errores, haciéndonos más sabias y conscientes en nuestras elecciones futuras."
Sin cargas innecesarias, podemos seguir adelante. Lo estamos haciendo bien.
La culpabilidad consume energía emocional
La culpa es una de las emociones que consume más energía emocional. Nos inmoviliza, impidiéndonos avanzar y restándonos vitalidad. Este ciclo puede ir desde una leve incomodidad hasta una depresión severa.
La culpa aparece cuando nuestras emociones, pensamientos o acciones se desvían de los mensajes que tenemos internalizados desde la infancia.
Muchas veces nos sentimos culpables tras cometer un error, que es solo una equivocación no buscada. Sin embargo, cuando la culpa se vuelve tóxica, nos impide actuar, bloquea nuestras relaciones y puede llevarnos a la autodestrucción.
Diferencia entre culpa positiva y culpa tóxica
- Culpa positiva: Surge cuando hemos cometido una falta y nos invita a asumir responsabilidad, reparar daños y aprender de los errores. Fomenta la empatía y nos ayuda a evolucionar como personas.
- Culpa tóxica: Es una culpa inútil, a menudo generada en la infancia. Nos bloquea emocionalmente y nos impide actuar. Suele ir acompañada de vergüenza y miedo, llevándonos a la depresión y al aislamiento.
Cómo la culpa afecta tu relación con la alimentación
La culpa no solo afecta nuestras emociones, también influye en nuestras conductas alimentarias. Sentir culpa por comer ciertos alimentos puede llevarnos a un ciclo destructivo de restricción y compensación, lo que daña nuestra relación con la comida.
Este comportamiento es común en personas que crecieron en entornos donde se valoraba el control estricto de la alimentación. Como psicóloga y nutricionista clínica, he acompañado a muchas personas que presentan creencias limitantes que terminan creando patrones de alimentación desordenados.
Por ejemplo, Carlos disfruta de los fines de semana con amigos, pero cuando come más de lo que considera "permitido", siente una culpa profunda. Para compensar, decide saltarse las comidas los días siguientes o hacer ejercicio en exceso. Este ciclo de castigo y restricción afecta negativamente su relación con la comida, generando estrés y obsesión.
Otro caso es el de Laura, que tras un fin de semana de excesos alimentarios, decide someterse a una dieta extrema. Sin embargo, al restringir de manera severa su alimentación, se siente frustrada y termina dándose atracones a mitad de semana. Este tipo de patrones, basados en la culpa, suelen perpetuar un ciclo de autocastigo que daña la relación con la comida.
Si estas creencias no se abordan a tiempo, pueden llevar al desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria (TCA).
Para romper este ciclo, es fundamental desafiar las creencias automáticas que nos llevan a sentir culpa. Una herramienta eficaz es el etiquetado de pensamientos, que nos permite identificar y cuestionar esas creencias. Sentir culpa no significa que seas culpable; simplemente significa que estás desafiando expectativas y creencias profundamente arraigadas.
Recurso: Etiquetado de pensamientos para desafiar la culpa
El etiquetado de pensamientos es una técnica eficaz para desafiar la crítica interna que acompaña a la culpa. Consiste en observar los pensamientos automáticos y ponerles una "etiqueta" para reducir su impacto emocional. Aquí te dejo los pasos clave para aplicar esta técnica:
- Identifica el pensamiento automático: "Soy culpable".
- Etiqueta el pensamiento: En lugar de decir "Soy culpable", etiqueta el pensamiento como "En este momento, estoy teniendo el pensamiento de que soy culpable".
Esta técnica sencilla pero potente, te ayudará a ver los pensamientos como lo que son: solo pensamientos, no verdades absolutas. Te animo a practicarla cada vez que sientas que la culpa te está dominando.
La culpa de descansar: Una lucha común
Hemos crecido en una sociedad que nos ha enseñado, explícita o implícitamente, que el descanso es una señal de "vagancia". Frases como "descansar es de vagos" o "tienes que ser productivo" nos hacen sentir que parar está mal. ¿Cuántas veces has escuchado:
- "Mis padres nunca se tomaban vacaciones, siempre trabajaban los fines de semana."
- "Mi madre siempre decía ‘no debería estar aquí sentada, tengo mil cosas por hacer’."
- "Cuando era niño, no se nos permitía dormir hasta tarde los fines de semana."
Estos mensajes crean la falsa idea de que descansar está mal, cuando en realidad es una necesidad humana fundamental. Recuérdalo siempre: Sentir culpa no nos hace culpables, simplemente es una señal de que estamos haciendo algo diferente a lo que nos enseñaron.
💡 Ejercicio práctico: Preguntas para trabajar la culpa
Si te sientes atrapado en la culpa, aquí tienes algunas preguntas clave para trabajar tus emociones y dejar atrás la autocrítica:
- ¿Qué me hace sentir culpable? Desglosa el evento en sus detalles para identificar la fuente exacta de la culpa.
- ¿Es realmente mi culpa o proviene de expectativas ajenas? Reflexiona si esta culpa surge de tus valores o de presiones externas.
- ¿Qué aprendí de esta situación? Reconoce que actuaste con la información y los recursos disponibles en ese momento. Usa la autocompasión.
- ¿Cómo puedo transformar esta culpa en aprendizaje? Identifica si la culpa es productiva (te motiva a mejorar) o autodestructiva (te atrapa en la crítica).
- ¿Qué le diría a un amigo en mi lugar? Sé tan amable contigo mismo como lo serías con un amigo en la misma situación.
- ¿Qué puedo hacer diferente en el futuro? Elabora un plan para mejorar tus acciones en situaciones similares.
- ¿Qué aprendí sobre el error o la culpa cuando era niño?
- ¿Cómo respondían los adultos a mis equivocaciones?
- ¿Sigo cargando expectativas que se formaron en esa etapa?
La culpa y su origen en la infancia
A menudo, la culpa que experimentamos en la adultez tiene raíces en experiencias infantiles. Durante la niñez, podemos interiorizar mensajes como “deberías hacer esto” o “no debes fallar”, lo que condiciona nuestras creencias sobre el error y el fracaso. Pregúntate:
Explorar la relación entre tu infancia y tus actuales sentimientos de culpa te permitirá liberar aquellas creencias que ya no te sirven y adoptar una visión más compasiva hacia ti mismo.

Transforma la culpa en autocompasión
Para liberarte de la culpa, necesitas trabajar en la autocompasión. En mi Taller de Psiconutrición Online, te enseño herramientas prácticas para aprender a tratarte con amabilidad y comprensión. A través de afirmaciones y ejercicios basados en la psiconutrición, puedes comenzar a desafiar los "deberías" que tanto te limitan.
He acompañado a muchas personas que, al igual que tú, se enfrentan al obstáculo de la culpa en su bienestar emocional. Hay mucho reproche en frases como "lo que le he hecho a mi cuerpo con tantas dietas" o "por no haber pedido ayuda antes". Estos pensamientos nos llevan a sabotearnos sin darnos cuenta. Sentimos que no merecemos estar bien, atrapándonos en un ciclo de victimismo e indefensión.
Es fundamental recordar que, en el pasado, hicimos lo mejor que pudimos con lo que teníamos. Juzgarnos ahora, con los recursos actuales, es injusto.
Para avanzar, podemos adoptar mantras como:
- Me perdono por no saber entonces lo que sé ahora, y por haber actuado desde esa ignorancia.
- Acepto los errores del pasado como parte de mi aprendizaje y evolución.
- Puedo descansar sin culpa porque es una necesidad.
Si te sientes culpable por descansar o por comer de cierta manera, es el momento de cambiar esa narrativa interna. No es necesario que la culpa te acompañe cada vez que haces algo por tu bienestar.
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Si quieres aprender cómo gestionar la culpa, mejorar tu relación con la comida y con tu descanso, te invito a inscribirte en mi Taller de Psiconutrición Online. ¡Reserva tu plaza ahora y empieza a transformar tu vida!
Conclusión
La culpa, tanto por descansar como por comer, es una emoción que podemos aprender a gestionar. A través de la psiconutrición y la autocompasión, puedes comenzar a liberarte de la crítica interna y empezar a vivir una vida más plena. Recuerda: sentir culpa no significa que seas culpable. Es solo una emoción, y como tal, puedes aprender a transformarla.
Contacta conmigo si deseas agendar una consulta personalizada y trabajar más profundamente en estos temas.
Referencias
- Gilbert, P., & Andrews, B. (Eds.). (2004). The Psychology of Shame: Theory and Treatment of Shame-Based Syndromes. Guilford Press.
- Neff, K. D. (2011). Self-Compassion: The Proven Power of Being Kind to Yourself. HarperCollins.
- Tangney, J. P., & Dearing, R. L. (2002). Shame and Guilt. Guilford Press.